Carta anual 2020

Un año único

Ni el escritor de historias más retorcido hubiera labrado una como la de 2020. Comenzó con la caída bursátil más virulenta de la historia, con un horizonte desolador. La incertidumbre invadía todos los espacios. El económico, el social, el político, el sanitario. Todos. Nadie sabía con certeza lo que había que hacer. Incluso los mejores gestores del planeta, habituados a lidiar con todo tipo de crisis, jamás se habían enfrentado a algo igual. Warren Buffett era de pronto tan novato como tú o como yo. Por otra parte, un buen estómago se convertiría en algo vital. El “sé avaricioso cuando los demás tengan miedo” fue tan importante como nunca, pero incluso el autor de la célebre cita parecía no haberla aplicado a pies juntillas.

Y entonces sucedió. Los bancos centrales entraron en escena, inundando de liquidez una economía global en estado catatónico. Las valoraciones, que en muchas compañías de calidad llegaron a ser ridículas en los momentos de mayor pánico, recuperaron su grado de normalidad. Incluso en muchos casos se produjeron sobrevaloraciones absurdas, con una crisis económica que todavía no había comenzado a dar sus primeros coletazos.

El inversor medio había pasado por alto un detalle. Los mercados bursátiles no son el barómetro económico de la calle, ni el termómetro del mundo. En los mercados se descuentan expectativas, una recuperación futura que tardaría en llegar más o menos tiempo. Pero lo haría, de eso podíamos estar todos seguros. Una vez llegase la vacuna y la población se inmunizara, el repunte de consumo sería brutal. Y con ello, el círculo virtuoso: volverán los beneficios, regresará la calma y aumentará el optimismo. Y entonces la Bolsa comenzará a bajar y, de nuevo, volveremos a preguntarnos qué demonios está pasando.

 

La Bolsa comenzará a bajar y, de nuevo, volveremos a preguntarnos qué demonios está pasando.

 

Los tres pilares de la inversión

Como te dije en más de una ocasión, en microvalue buscamos sin descanso compañías de calidad, que reúnan ventajas competitivas y alta rentabilidad sobre el capital invertido, con crecimiento, alta visibilidad de ingresos, capacidad de reinversión, con un gran equipo gestor que ejecute la estrategia del negocio a la perfección y con acciones (a poder ser, que sea el fundador), y que la compañía no tenga deuda ni diluya al accionista. Y todo esto a un precio razonable.

En resumen, el estilo de inversión descansa sobre tres pilares:

  • Potencial: estimación del valor de una compañía basado en el FCF por acción futuro.
  • ROIC: métrica que diferencia los buenos negocios de los mediocres. Sustentado sobre unas ventajas competitivas sólidas, el retorno sobre el capital invertido al menos se mantendrá.
  • Equipo gestor: hasta detrás de los mejores activos del planeta hay personas. Y de estas personas depende utilizar el retorno generado por el negocio para producir más valor o para destruirlo.

En definitiva, comprar buenos negocios bien gestionados a un precio razonable. Tan sencillo y tan complejo como eso.

En la Carta del I Semestre de 2020, me centré en hablarte del equipo gestor, y en esta me centraré en la Rentabilidad sobre el Capital Invertido (ROIC).

 

La Rentabilidad sobre el Capital Invertido (ROIC)

El ROIC, segundo pilar de mi filosofía, es tan importante como el potencial, ya que es la magnitud que cuantifica el retorno de una inversión.

Si inviertes 10 y el retorno obtenido es 12, entonces el ROIC es el 20%. Fácil.

Recuerda: lo que marca la diferencia no es el margen, sino la Rentabilidad sobre el Capital Invertido.

Veamos un ejemplo. ¿Qué negocio preferirías poseer?

  • Un negocio con unas ventas de 100.000 euros y gastos de 50.000 euros, requiriendo para ello desarrollar una fábrica de 1.000.000 euros.
  • Un negocio con unas ventas de 100.000 euros y gastos de 80.000 euros, con sólo tener unas pequeñas oficinas de 100.000 euros.

La primera opción podría ser perfectamente una compañía de hardware informático.

La segunda opción podría ser perfectamente un despacho de abogados.

Mientras que el primer negocio tiene márgenes FCF del 50%, y el segundo del 20%, las rentabilidades sobre el capital invertido son del 5% y del 20% respectivamente, con el siguiente detalle:

 

 

¿Qué negocio preferirías ahora? La respuesta es sencilla. Para generar 100.000 euros de ventas adicionales, el Negocio A requiere una inversión 10 veces mayor a la del Negocio B.

Por eso, los mejores negocios son los más ligeros en capital y los que son capaces de crecer orgánicamente sin necesitar inversiones adicionales. La excelencia se alcanza cuando el crecimiento es financiado por un working capital negativo (no sólo el capital invertido no crece, sino que decae).

El ROIC marca la diferencia a largo plazo, y los negocios con una alta rentabilidad suelen presentar un comportamiento mejor a largo plazo.

La clave en la construcción de una cartera de inversión es encontrar tu propio método para interrelacionar las tres variables: fusionar el potencial, el ROIC y el equipo gestor para tomar decisiones dentro de la gestión de tu cartera de inversión. Pronto, muy pronto, te confesaré el método que yo utilizo.

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