¿Recuerdas cuando construimos tres carteras con estilos de inversión muy diferentes entre sí?

Estos eran los tres estilos:

El primero de ellos era el quality, una cartera compuesta por los 10 moats más sólidos del planeta: monopolios de segmentos de negocio, barreras de entrada insalvables y poder ilimitado para incrementar los precios sin que apenas se inmute la demanda.

En definitiva, quality extremo.

 

Otro de los estilos era el growth, una cartera con algunas de las compañías con mayor crecimiento del planeta y perspectivas para continuar haciéndolo.

Ninguna de ellas había crecido menos del 40% durante el 2018, y el crecimiento promedio de la cartera durante los últimos 3 años era del 150%.

 

Y el último de los estilos era el de dividendos. Una cartera compuesta únicamente por compañías engendradas para distribuir dividendos a sus accionistas, con ingresos muy estables y una rentabilidad por dividendo (dividend yield) muy superior a la media de mercado.

Ahora bien, ¿cuál de los tres estilos ha salido victorioso en un año tan complejo como el 2020? Ha habido un claro ganador. Vamos a comprobar cuál ha sido:

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